No engaño a nadie si digo que el sacerdote, actualmente,
es de las peores clases de Hearthstone. La razón es simple: sufre demasiado contra aggro porque sus herramientas para gestionar este arquetipo son
limitadas. Shadow Word: Pain es condicional, Shadow Word: Death no se juega y Mind Control vale 8 (pronto valdrá 10, así que vaya fiesta…). Holy Smite y Holy Fire adolecen de distintos estigmas: uno mata sólo minions pequeños y el otro
vale 6 manás.
Entonces, ¿cómo jugar a Anduin e intentar ser lo más
competitivo posible? La evolución natural de la clase indica que combatamos
fuego con fuego.
Así nació Dark Priest, una baraja que diseñé hace semanas
pero que he intentado perfeccionar últimamente. La baraja se basa en la
sinergia de Imp Master con Northshire Cleric y utilizando cartas objetivamente
poderosas para contener el early game y ensamblar el combo. Cartas
complementarias como Defender of Argus y Shattered Sun Cleric nos ayudarán a
que nuestros imps sean una amenaza real, mientras que Azure Drake, Argent Commander y Ragnaros the Firelord se encargarán de finiquitar a nuestro
oponente.